Aquel día en el aeropuerto me sentía demasiado ansioso. Solo llenaba mi mente todo el trabajo que tenía por delante. Pensar que solo me había ido fuera del país para poder ganar más dinero me abrumaba.      Llegué al hotel, dejé las maletas y me acosté. Sabía que mañana me esperaba un largo día, así que decidí descansar. Fue la mejor idea, ya que al día siguiente me desperté con mucho sueño.  Como lo había previsto, ya tenía preparado mi café. Me lo serví mientras organizaba el horario. No tardé demasiado, enseguida salí del hotel y me dirigí hacia la oficina. A esas horas parecía como si fuese un lugar abandonado, no había nadie. Fui hacia mi departamento y me quedé hasta las 12:00 trabajando. No podía más, me iba a explotar la cabeza: decidí dar un paseo. En todo el día no había encendido el teléfono, y ese no iba a ser el momento para hacerlo.       Continué así durante una semana. Ya había cumplido todas las entregas y en un tiempo impecable. Decidí que ya …

Las palabras, nunca han sobrado para nada, las palabras no sobran para amar, no sobran para expresar, no sobran para vivir. Allí estaba yo, Sara, sin saber qué hacer, tirada en la cama, cuando de repente, alguien llamaba a la puerta. Era el cartero, que venía con una carta para mí, me extrañó mucho, ya que yo no tengo muchos amigos debido a mi timidez, me dio la carta y fui corriendo a abrirla, cuando la abrí había una breve frase que decía: ‘’Nunca sobran las palabras’’. Yo no sabía a qué venía eso, no ponía propietario y entonces la tiré sin darle importancia. Al día siguiente, estaba en el colegio, dando clase, yo nunca participaba en las clases, me daba miedo fallar pero tenía muchas ideas en mi mente. Estaba haciendo los ejercicios, cuando de repente, noté que algo me rozaba el pie, era una nota con un mensaje ‘’Nunca sobran las palabras’’. Me empecé a poner nerviosa, me incomodaba no saber quién escribía eso, pero estaba claro que era algo que me quería …