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El sueño durante la adolescencia: ¿una necesidad infravalorada?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la adolescencia es el periodo de crecimiento que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y los 19 años. Este periodo implica el desarrollo físico y emocional del adolescente para enfrentarse a su nueva etapa: la vida adulta. 

Sin embargo, a pesar de que desde el punto de vista biológico es el periodo más sano de la vida, la realidad no se asemeja a eso; intensos cambios psicológicos, emocionales, sociales, grandes riesgos relacionados con el uso de sustancias inadecuadas, conductas sexuales arriesgadas, problemas nutricionales o embarazos no deseados son solo algunos ejemplos a lo que éstos se tienen que enfrentar. 

A pesar de todos ellos, las escasas horas de sueño lideran cada vez más las preocupaciones de los especialistas, los cuales alertan de una interminable lista de consecuencias si no se establece una solución pronto ante la falta de descanso de nuestros jóvenes.

Todo el mundo sabe que a medida que una persona crece, sus horarios de sueño varían dependiendo de la edad que tenga; un bebé necesita dormir más de 12  horas diarias  mientras que un adulto no necesita más de 7 para poder llevar a cabo sus labores del día a día y, si seguimos ese patrón, con que un adolescente duerma alrededor de 8 horas diarias es más que suficiente. Pues de ahí viene el error; recientes estudios han reflejado que esta afirmación que se creía era totalmente errónea, pues las horas que un adolescente para un descanso óptimo y enfrentarse bien al día a día oscilan alrededor de las 9 o incluso 10, dependiendo del caso. Si no descansan ese número aproximado de horas, las consecuencias pueden llegar a ser brutales: depresión, baja autoestima, somnolencia, problemas para concentrarse, bajada en el desempeño escolar y calificaciones, mal humor, problemas para convivir con amigos o familiares, tendencia a comer en exceso y viceversa y un largo etcétera de consecuencias a las que el 75% de los entrevistados por la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria  (AEPAP) tienen que enfrentar día tras día.

Por esta razón, los especialistas sugieren la implantación de una serie de medidas al respecto, pues aparenta ser un problema al que si no se le pone solución va a crecer (más) de manera exponencial. Los facultativos plantean una serie de recomendaciones, teniendo en cuenta que durante estas edades la concentración de melatonina en sangre, hormona encargada de la regulación del sueño y relajación del organismo, tiene su pico más alto alrededor de las once de la noche. Entre estas posibles soluciones, la modificación del horario escolar toma cada vez más peso entre los licenciados; proponen comenzar las clases unas horas más tarde para que nuestros jóvenes cumplan con sus 9 horas de descanso correspondientes. De esta manera, se evitaría la somnolencia y el bajo rendimiento académico debido a esta razón.

Otra solución que plantean que cada vez se ve más complicada cumplir por vivir en la era en la que vivimos, es la restricción de dispositivos electrónicos al menos una hora antes de dormir; los brillos de las pantallas, las redes sociales o la comunicación online son solo algunas de las causas de la falta de conciliación del sueño entre los adolescentes. Una habitación completamente a oscuras sin ninguna distracción también favorecería a este descanso.

En el caso de los deportistas, los especialistas también recomiendan reducir este tipo de prácticas a altas horas de la noche pues, entre otras cosas, se activa la acción del sistema nervioso simpático, encargado a grandes riesgos de todas las acciones internas que el organismo lleva a cabo en situaciones de actividad; entre ellas, aumento del ritmo cardíaco. Sin embargo, lo verdaderamente conveniente sería la acción del sistema nervioso parasimpático, pues produce un efecto antagónico al anterior: su función a grandes rasgos es la preparación del organismo ante situaciones que no nos producen estrés, como es en este caso, dormir.

Tras esto, concluimos que comentarios como “si estás cansado, haberte ido antes a dormir” o “podrías haberte acostado a las diez y decías que no tenías sueño, pues ahora no te quejes”, son simplemente el resultado de la falta de conocimiento a cerca del sueño de nuestros jóvenes, los cuales se enfrentan a numerosos cambios para hacer frente a su vida adulta. ¿Seremos capaces de darle al sueño en esta etapa la importancia que necesita y modificar todos esos hábitos que lo perjudican?

Lucía Muñoz Marchante – 1º Bachillerato

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