Firmas

Consideremos que el arte es futuro.

Consideremos que el arte es futuro. Consideremos que alguien que quiera dedicarse a la pintura pueda ganarse la vida con ello. O a escribir. O a actuar. Consideremos que hay algo más que ingeniería, que la física, que la medicina. Cuesta, ¿verdad?

Tristemente, la idea de que el arte no sirve para nada ha ido contaminando poco a poco las mentes de los jóvenes, quienes tendrían que defender más que nadie el poder hacer lo que nos apasiona. He llegado a escuchar incluso que el Bachillerato de Artes tendría que desaparecer porque no sirve para preparar bien a los estudiantes. Sin dar más rodeos, sí, esto es una crítica. Una crítica abierta a esta creencia extendida de que el arte no puede ser un proyecto de vida, incluso cuando nuestra vida está llena de él, pues quién no disfruta de un buen concierto o una buena película. Porque los artistas necesitamos alguien que se levante de una vez por todas y diga “Sí, soy artista. Sí, quiero vivir de ello, y, sí, voy a hacerlo”. Durante toda nuestra educación nos han repetido mil veces que tenemos que luchar para conseguir lo que queremos y creer en nuestros sueños porque solo así los alcanzaremos, pero, ¿qué tenemos que pensar cuando, a la hora de escoger una carrera o una profesión, decimos que queremos ser actores o pintores o cantantes y nos responden con “eso no tiene salidas, te vas a morir de hambre”? Qué hipócritas algunos adultos cuando a la hora de la verdad sólo nos animan a seguir nuestros sueños si son fácilmente alcanzables.

Porque, ¿qué le pasa a la gente con el arte? Maldita sea, si nuestro día a día está rodeado de arte. Cómo no voy a poder dedicarme a lo que más me gusta porque “no voy a encontrar trabajo” si en realidad sin la creatividad no seríamos nada.

Desgraciadamente conozco demasiados casos de chicos que están a las puertas de la universidad y que no van a elegir la carrera que les gustaría por miedo a que no haya trabajo y a que no puedan labrarse un futuro. El miedo que les han implantado personas que no creen que nosotros podamos trabajar para conseguir lo que queremos. Por supuesto, no niego que el panorama laboral de este momento no es el más adecuado para actuar sin cautela, pero pienso que lo peor que podemos hacer en nuestra vida es dedicarnos a algo que no nos hace felices, porque seríamos entonces los seres humanos más miserables. Tampoco quiero pecar de optimista; muchos adultos se creen que los jóvenes pensamos que todo se nos va a dar mascado, que vamos a encontrar el trabajo de nuestros sueños nada más salir de la universidad, pero no, nosotros tenemos los pies en el suelo y sabemos que vamos a tener que pasar por trabajos odiosos  y hacer cosas que vamos a detestar. Lo que defiendo aquí es que no por ello tenemos que olvidarnos de lo que realmente queremos hacer y asumir que nunca nos dedicaremos a lo que nos hace felices. Sabemos que las vamos a pasar canutas, pero, para mí, todo eso no es más que el camino hasta alcanzar nuestro trabajo soñado.

Hay que impulsar a los jóvenes a hacer lo que les gusta, sea lo que sea, y a no ser máquinas que trabajan por dinero en vez de ponerles límites y llevarles por el camino de lo fácil, porque sólo así esta generación que tacháis como vagos e incultos podrá hacer algo más que quejarse del sistema educativo, del mundo laborar y de la sociedad en la que vivimos. Después de todo, no creo que sea cuestión  de carrera ni profesión, sino de ganas, empeño y poder hacer lo que realmente te gusta. Y, al fin y al cabo, como decía Ferreira Gullar, el arte existe porque la vida no es suficiente.

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