Sociedad
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Falsa felicidad: la dopamina que se genera en Redes Sociales

Dar like a una publicación, ver unos stories o twittear son términos que se han ido haciendo cada vez más comunes. Horas y horas son las que pasamos en redes sociales, y probablemente cada vez vayamos a más. Pero, ¿qué es lo que tienen las redes que nos atrae tanto?

Dopamina instantánea. Esa es la razón. Y es que, cuando usamos las redes sociales, en nuestro cerebro se genera una reacción química que nos produce un estado gratificante y placentero. Este golpe de placer es tan rápido que nos hace querer más para que no se pase ese efecto. Por ello las redes sociales son altamente adictivas, tanto, que sin darnos cuenta podemos pasar horas y horas haciendo scroll; ver un video, foto o publicación tras otro sin poder parar.

Este uso compulsivo y adictivo de las redes sociales puede perjudicar negativamente la salud de los consumidores. Desde un sentimiento de aislamiento, poca confianza en uno mismo y sensación de malestar, hasta problemas psicológicos graves como la depresión son algunos de los perjuicios que pueden provocar las redes sociales. Pero ¿si son tan malas por qué siguen existiendo? La respuesta es que, a su justa medida, como todo, no tienen por qué ser malas, pero lo complicado es ponerse a uno mismo unos límites para no pasar de un simple e inocente entretenimiento a un potencial peligro para tu salud mental.

Otros problemas de salud mental se han generado precisamente a través de las redes. El FOMO por sus siglas en inglés fear of missing out es una especie de ansiedad por el hecho de estar desconectado; miedo por lo que te puedas estar perdiendo al no estar en alguna red en ese instante. Este miedo hace que pases el mayor tiempo posible en estos medios para no “perderte nada”, y de esta forma volvemos al inicio. Pero, ¿qué es esto que tanto miedo tenemos de perdernos? ¿Una foto? ¿Un vídeo?, y lo más importante, ¿merece la pena sacrificar nuestra salud mental por algo tan insignificante como una foto o un vídeo?

Por otro lado, encontramos que cada vez la edad con la que se tiene acceso a estos medios es más temprana por lo que niños muy pequeños se ven expuestos a todos estos daños de los que ya he hablado anteriormente. Esto causa unos niveles muy altos de problemas psicológicos a una temprana edad que después marcan a las personas de por vida. Está claro que los niños y jóvenes no tienen la culpa de esto, aunque mucha gente adulta se empeña en culparlos, y es que un uso responsable y sano de las redes es algo que no se consigue fácilmente, y si ni siquiera los adultos lo hacen, entonces ¿cómo pretenden que sus hijos lo hagan sin que nadie les haya enseñado?

Como habréis deducido, esto al final es un ciclo retroalimentativo; empiezas usando las redes sociales y las distintas publicaciones que encuentras te producen un efímero estado de satisfacción; este agradable pero fugaz estado hace que tu cerebro quiera más para volver a sentirlo; esto te lleva a usar continuadamente las redes, hace que no te sientas satisfecho con distintos aspectos de tu vida, llegando a poder causarte, por ejemplo, dismorfia corporal u otro tipo de trastornos; ese uso continuado también hace que no quieras perderte nada, lo que hace que vuelvas al principio; nos encontramos en la historia interminable. Pero, ¿cómo se pone final a este bucle en el que estamos atrapados y que hace que nos perdamos nuestra propia vida?

Noelia Martín, 4ºESO B

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