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Vivir

No quiero ser tu compañera ni que mi voluntad obtures con mi miedo, no quiero ser tu prisionera, ¡Sopla fuerte! ¡Arrastra el velo!   Sombras que pretenden dar el alto, rocas que se esparcen cubriendo el camino. Sigiloso, asustando, vas robando mi libertad, mis pasos, mi destino…   Pretendías escribir mi historia, turabandome de oscuros sentimientos, ensuciando poco a poco la memoria, llenando de rencor mis sentimientos.   No quiero mirar atrás y verte, déjame respirar el horizonte eterno, llévate el temor de aquel que siente al observar el campo que quedó yermo.   Cuando en soledad a su puerta llegue, orgullosa de haber vivido plena, una última mirada leve, el adiós de la muerte que me lleva.   Vera Vilches Torres, 2º E.S.O

Solo tengo una carta

Solo tengo una carta, nada más.   Fecha negra, anuncio de realidad. No tengo nada más.   Te imagino en el frente defendiendo voces impostadas de un ideal ajeno.   Desvelas la memoria de mis recuerdos Ladra la conciencia de la noche.   Niego este absurdo amanecer, si no tengo la certeza de tu ocaso.   ¿Por qué no descansan tus manos entre aquellos humildes olivares?   Solo tengo una carta nada más.  

La cuna desierta

Tras el quieto silencio: “un llanto”, un agujero frío, húmedo, yerto… solitaria arropa con su manto, la quebrantable lápida: un recuerdo.   Una vida corta, una esperanza el último aliento en tu cuna desierta un vacío repleto de añoranza te marchaste dejando aquella puerta abierta.   Ahora, olvidado, siento tu llamada brotar de la tierra, voz del pasado, apuñalando mi pensamiento como espada, no eres un nombre más que se ha borrado.   A este antiguo sepulcro abandonado cuyo arbusto que nace impide distraerte, le dedico estos versos que se han creado desafiando el olvido de la muerte.   Autora: Vera Vilches  

Ella bailaba

Ella bailaba, simplemente no paraba de bailar, de moverse; de vivir. Ella bailaba, y con ella sus pensamientos revoloteaban por el aire, el cielo y las nubes, formando constelaciones de sueños, danzando al son de su ritmo, esperando el momento idóneo para ser perseguidos por su dueña. Ella bailaba, encantaba al mundo con su movimiento, agitaba las mentes de unos y despertaba los recuerdos de otros. Mientras bailaba, llenaba de flores el jardín de su mente. Las cuidaba. La regaba. Le gustaba verlas crecer, pero aun así, no era lo que más la preocupaba. Ella bailaba, y sus flores sacudían sus tallos, dejando libres sus pétalos al viento, sin preocupación alguna, ajustando sus hojas al movimiento. Otoño. Época de disfraces, botas de agua y charcos. La niña desliza sus pies por el barro. Relevé, plié, développé y grand jeté; bailando las hojas empezaron a caer. Una, dos, tres piruetas. Las primeras flores caen muertas dentro de su cabeza. Ella bailaba, mientras las flores se volvían marchitas, no se rendía, no paraba, estiraba sus manos como …

Jóvenes en verso.

La poesía puede ser un arte, una forma de vida, la letra de una canción…, pero es, por encima de todo, una forma de expresar sentimientos, y especialmente un lugar donde disfrazar los pensamientos, críticas, miedos e inquietudes a través de la belleza de las palabras y los versos, en la mayoría de los casos sin miedo a ser juzgados por expresar nuestras opiniones, independientemente de la clase u origen de las mismas. Los griegos entendían la poesía como un medio para educar a la sociedad, formando y mejorando las costumbres de los ciudadanos. En la actualidad, el disfrute de la poesía no es algo que a los jóvenes les guste admitir, aunque también es verdad, que esta, está constantemente presente en nuestras vidas y, aun indirectamente, nos beneficia en muchos sentidos. Por ejemplo, es utilizada por los psicólogos como terapia, ya que puede ser una forma de comunicación con uno mismo y, de alguna manera, permite reflexionar y tomar conciencia de cuáles son tus sentimientos. La forma en la que estamos más acostumbrados a …